Cloroformo, todo lo que necesitas saber

Cloroformo, todo lo que necesitas saber

Lo hemos visto en millones de películas y series de televisión. El asesino, el criminal, el malvado villano en definitiva, busca noquear a la víctima y hacerse con ella, para poder llevarla a donde sea, mientras está inconsciente. ¿Cómo lo hace? De una manera tremendamente sencilla, colocándole sobre el rostro un trapo empapado en cloroformo, ese líquido incoloro que hace que pierdas el conocimiento al instante. Es una manera efectiva y además parece que sirve para dejar KO a cualquiera por un buen rato, con apenas unos segundos de ponerle el trapo en la cara… Y sin embargo, la cosa no es tan así, porque en las películas se ha exagerado el uso del cloroformo y sobre todo, su eficacia como noqueante, con evidentes fines de guion.

El cloroformo, en realidad, no es tan efectivo como en las películas, pero sí que es cierto que puede provocar ese efecto de desmayo, aunque nunca de forma tan radical y automática como hemos visto en tantos telefilmes. Se supone que al entrar en nuestro organismo, ya sea ingerido o simplemente olfateado, el cloroformo pone en marcha todo un sistema de movimiento de iones de potasio, que producen en nosotros un efecto de cansancio y mareo instantáneo. Si la exposición a este líquido es continua, nos desmayaremos a los dos minutos aproximadamente, pero será algo puntual porque de no seguir suministrándonos ese líquido, no tardaremos mucho en despertar. Una vez que ya hemos desvelado la leyenda urbana de este producto, vamos a conocer un poco más sobre su realidad.

Descubrimiento del Cloroformo

El descubrimiento de este material es curioso, porque tuvo lugar en el año 1831, a través de su síntesis en laboratorio, pero por parte de dos grupos de científicos totalmente diferentes, que no trabajaban juntos. Por un lado estaba Soubeirain, que lleva ya tiempo trasteando con líquidos para la síntesis de nuevos productos. Así es como consiguió, a través de la acción del hipoclorito de sodio, conocido como blanqueador de cloro, destilar el cloroformo desde el etanol y la acetona. Por su parte, Liebig consiguió el mismo efecto, solo que a través de la hidrólisis alcalina del cloral. Sería aquel método el que utilizaría posteriormente Dumas para preparar su propia versión del cloroformo. Este método sería utilizado hasta la década de 1960, y desde entonces se realiza con otro tipo de mezcla mucho más segura y eficaz.

¿Qué es el cloroformo?

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Se define al cloroformo como un compuesto químico obtenido de la cloración derivada del metano o el alcohol etílico, aunque actualmente su origen suele ser más como resultado del hierro y el ácido sobre el tetracloruro de carbono. Siempre se suele utilizar a temperatura ambiente, como líquido no inflamable y volátil, incoloro y con  un cierto olor penetrante, entre lo dulce y lo cítrico. Se sabe que, si se deja a esa temperatura ambiente, este compuesto se descompone en metano y fungseno por la acción combinada del oxígeno y la luz solar. Por eso se recomienda que se guarde en botellas especiales, de color ámbar, y que apenas dejen pasar la luz natural, para que se conserve en las mejores condiciones posibles.

¿Para qué sirve el cloroformo?

Habitualmente, el cloroformo se había utilizado como anestésico, gracias a su efecto depresor sobre nuestro sistema nervioso. Ese efecto hace que, tras inhalarlo durante unos minutos, perdamos la conciencia y quedemos en un estado de sedación, perfecto para ser intervenidos, por ejemplo. Es el mismo efecto que se muestra en las películas de forma tan burda, como ya hemos explicado arriba. Lo cierto es que el cloroformo se sigue utilizando de vez en cuando en este tipo de anestesias, y también como parte de algunos medicamentos, precisamente por su efecto inhibidor, aunque es cierto que actualmente hay anestesias modernas mucho más seguras, que hacen que su uso haya quedado relegado un poco a un segundo plano en los últimos tiempos.

Cómo hacer cloroformo

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Hacer cloroformo por nuestra cuenta puede ser un poco arriesgado, ya que se trata de un material tóxico en cierto punto. Por eso debemos prepararlo con sumo cuidado, para evitar posibles problemas y accidentes. Nos protegeremos con gafas protectoras y guantes de látex, y utilizaremos siempre recipientes de vidrio con toda la seguridad del mundo, así como jeringuillas. El proceso no es demasiado complejo, ya que solo necesitamos 10 ml de acetona, si es pura mejor, y 200 ml de lejía pura, sin aromas ni olores. Mezclaremos ambos ingredientes y los moveremos un poco, para que se mezclen bien. Los dejaremos reposar durante al menos un par de horas, y posteriormente, los meteremos en un cubo con hielo y agua fría, para que el cambio de temperatura haga actuar a la mezcla. Si lo dejamos reposar durante un par de horas, al abrir de nuevo el tarro de la mezcla, el cloroformo será distinguible en la parte superior. 

Cloroformo como anestésico

Como ya habíamos comentado arriba, el cloroformo ha sido utilziado de manera habitual en el mundo médico como uno de los mejores y más efectivos anestésicos, ya desde su descubrimiento, a mediados del siglo XIX. Si bien es cierto que actualmente hay mejores productos que llevan a cabo esa función, todavía podemos encontrarlo en muchos anestesiantes e incluso fármacos. Tener una pequeñiísima cantidad de cloroformo cerca a la hora de dormir nos puede ayudar a conciliar el sueño, aunque es cierto que hemos de tener mucho cuidado con no pasarnos porque de lo contrario, los efectos secundarios como la jaqueca, los vómitos o las náuseas, pueden ser demasiado importantes y dejarnos noqueados de mala manera, en lugar de ayudarnos a dormir como queríamos.